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El cuidado. Mi enfermera, testimonio

Título

El cuidado. Mi enfermera, testimonio

Autores

Rocío Cardeñoso Herrero
Autor/a para correspondencia

Enfermera del Centro de Salud Cudeyo

cardenoso@hotmail.com

Resumen

Abstract

Artículo

cuidado enfermera

El cuidado es la base de nuestra disciplina y ciencia enfermera. El arte del cuidado, es nuestro arte.

Nuestro rol autónomo es atender la respuesta humana que genera en las personas las situaciones de salud o de enfermedad. Ese es nuestro campo propio de actuación y, nuestro reto, que las personas alcancen el máximo nivel de salud posible.

Frente a un diagnostico y tratamiento cada persona lo afronta de manera muy diferente. Nosotros, como enfermeros, además de todas las intervenciones delegadas y de colaboración con otros profesionales, tenemos que desarrollar competencias autónomas que pasan por valorar de manera completa en base a un modelo enfermero, todas las necesidades básicas de las personas, para detectar situaciones de inadaptación, rechazo, miedo, deterioro...“Poner a las personas en la mejor situación posible, para que la naturaleza actúe” (Florence Nightingale), esa es nuestra misión.

En la sociedad, sigue calando la idea que la buena enfermera es la que realiza técnicas y curas con destreza y habilidad (quizá también porque tiene conocimientos) todo lo demás que pueda hacer, y que es muchísimo, es lo que corresponde a la competencia autónoma de nuestra profesión se sigue entendido como algo extraordinario. Un buen profesional es el que valora al paciente en sus respuestas humanas ante situaciones de stress bien sea en la salud o en la enfermedad, hace diagnósticos enfermeros identificando problemas reales o posibles y pauta aquellas intervenciones y actividades enfermeras que van a permitir controlar, ayudar, resolver y positivizar esa respuesta humana.

Esto no significa que no se reconozca como competencia propia, sino que se entiende como un `extra´ de labor profesional. Por eso tenemos que avanzar para que cuando los usuarios (la población) dicen “que enfermera tan maja”, frase esta que, con tanto cariño nos dicen todos los días, refiriéndose a aquel profesional que escucha, acompaña, ayuda, resuelve y previene problemas de enfermedad y salud, todos, digamos y entendamos que se trata de una enfermera profesional que cuida de modo integral y holístico. Esto, se debe reconocer como el rol autónomo enfermero.

De este modo, se logrará poner a nuestra profesión en el lugar de la sociedad que le corresponde.

Y, si esto se logra, se conseguirá algo aún más importante, se logrará la niversalización de la atención de la profesión enfermera a toda la población y la garantía de la excelencia en la prestación de cuidados.

Son estos aspectos claves para el objetivo final de nuestra profesión que no es curar, si no cuidar buscando siempre el bienestar de las personas, sea cual sea su pronostico medico en la enfermedad.

Por tanto un éxito profesional para nosotros es, cuando las personas de las que cuidamos se encuantran bien. Valorar e identificar como afecta a una persona o familia (también en la comunidad) su proceso sea el que sea, como lo aborda, como lo entiende, como lo asume, si la controla en términos de salud, si necesita apoyo, si precisa confort… la escucha, el animo, el cariño, un `empujón´, un consuelo… esto y mucho más, siempre con enfoque metodológico, es nuestro rol autónomo. Para su desarrollo y aplicación se precisa una gran formación y conocimientos de diversos campos del cuidado.

Asumir que la atención a la ciudadanía en todas sus dimensiones como personas y que es competencia enfermera, lo hacemos las enfermeras o se queda sin hacer pues es nuestro campo propio de atención a los cuidados.

Quería compartir con todos vosotros el siguiente testimonio, que una paciente escribió a su enfermera, en la que describe y agradece esa atención propia enfermera (rol autónomo) a lo largo de un proceso crónico.


MI ENFERMERA

La enfermedad es un conflicto entre el cuerpo, el alma y la mente, por ello todos necesitamos un cuidado “humano”.

…Cuidar implica conocer a cada ser humano e interesarse por él, ello exige un esfuerzo de atención y una concentración a veces más agotadora que el esfuerzo físico. Pero parece evidente que del valor del cuidado terapéutico, emocional y ético depende muchas veces la curación y un final feliz importante para la vida humana.

Está dicho, desde hace tiempo, que si se logra una buena relación terapéutica entre el profesional sanitario y el paciente las posibilidades de éxito en la curación es mayor.

Yo, personalmente, quiero dar mi testimonio de esta realidad. Esa lucha conjunta entre enfermera-paciente fue decisiva en muchos momentos de mi vida, me ha dado siempre muchas fuerzas para luchar y gran esperanza en momentos en que llegué a sentir que con ese sufrimiento no podía seguir…

Después de luchar contra varias enfermedades y de tener muchas experiencias compartidas con enfermeros/médicos/fisioterapeutas. Recientemente, con llanto en los ojos le dije a mi enfermera que no podía vivir con este nuevo sufrimiento, que no podía soportar el dolor y las molestias…y, ella, con su cariñosa respuesta e interés por ayudarme me dio las fuerzas para seguir luchando -comprendí la importancia de un trato humano y de su implicación en mi sufrimiento-, sentí que “no estaba sola” desde entonces continué en la lucha día a día, mes a mes, colaborando con mi enfermera, viendo y estudiando la evolución de la herida, escuchando sus palabras positivas y de aliento, viendo en su rostro su preocupación e implicación, y también algo de sufrimiento por mi padecer…seguramente con el correr del tiempo al sanarme yo, se habrá curado algo en ella también…

Reflexiono muchas veces… ¡cuanto bien nos hacen con su atención amable y positiva.!!!! Qué haríamos sin sus cuidados!!!!!! Si nos tratasen con frialdad e indiferencia nos sentiríamos tan solos en nuestra lucha diaria ...quizás, deberíamos ser menos egoístas y no esperar tanto de ellos?…. porque ellos sufren también!

Pero también pienso que si el resultado es la curación de una, o de mi enfermedad, será un éxito feliz para el profesional también. Ya que con su trabajo habrá contribuido mucho en mejorar no solamente mi calidad de vida, sino también la de mi familia e indirectamente de la sociedad, al perpetuar la salud y vida de la gente.

Después de un cierto tiempo tuve que trasladarme a otra comunidad y cuando la primera enfermera que me atendió, prácticamente no me miró escribiendo mi caso en su ordenador y luego se dirigió a mi úlcera y con cara de desagrado (que la comprendí perfectamente) vio el mal estado de mi herida y de mi pierna en general, me causó una gran angustia….ella me hizo la curación correspondiente….me tocaba… “con las puntas de sus dedos” y me transmitía todo lo que tendré a cuestas… cosa que ya lo sabía yo perfectamente, y no me dio ninguna palabra de esperanza ni ayuda emocional... me sentí muy desamparada ese día, y, sentí miedo! Extrañé tanto a mi dulce y eficiente enfermera de mi comunidad¡¡¡ Pero después, en adelante, me atendieron otras(os) enfermeras(os) extraordinarios, que me cuidaron mucho, con los cuales cooperé en mis cuidados, al escucharles en todo momento y al tratar de colaborar con ellos hasta que poco a poco nos íbamos alegrando de mi diaria mejoría.

Es mi parecer que en la labor “vocacional” del enfermero y de todo personal sanitario hay un arte moral, filosófico y espiritual…. su profesión es casi un sacerdocio. De hecho, cuando nos encontramos con un buen trato y cuidado profesional sentimos gran admiración y los consideramos seres extraordinarios casi con un don “divino” que tienen el arte de curar. Sentimos que estamos prácticamente en sus manos, porque el sanar es vivir!!!

“De ahí la gran importancia que se da a un cuidado profesionalizado y humano de enfermería ya que esto conlleva a impactos positivos tanto para los pacientes, como para los profesionales así como para la institución en la que presta servicio”…

Firma: la paciente.

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