En esta convocatoria, correspondiente al año 2015, se han presentado un total de 185 candidaturas, de las que 78 han conseguido el diploma de Buenas Prácticas. Los dos proyectos de Cantabria se han enmarcado en la estrategia de atención al parto y salud reproductiva
Dos proyectos de Cantabria, ‘El contacto piel con piel del recién nacido por cesárea programada y/o no urgente: binomio madre-hijo’, desarrollado por el Hospital de Laredo, y el ‘Programa de Detección Prenatal de Anomalías Cromosómicas en el Servicio Cántabro de Salud’, llevado a cabo por la Dirección General de Salud Pública, han obtenido el diploma de Buenas Prácticas en el Sistema Nacional de Salud otorgado por el Ministerio de Sanidad.
En esta convocatoria, correspondiente al año 2015, se han presentado un total de 185 candidaturas, de las que 78 han conseguido el diploma de Buenas Prácticas. Los dos proyectos de Cantabria se han enmarcado en la estrategia de atención al parto y salud reproductiva. Otras estrategias de esta convocatoria han estado relacionadas con las actuaciones sanitarias frente a la violencia de género, cardiopatía isquémica, cuidados paliativos, diabetes y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). En el acto de entrega de los diplomas, que ha tenido lugar hoy por la mañana en la sede del Ministerio, han estado presentes Adelaida Andino, responsable de la Unidad de Calidad del Hospital de Laredo, y varios profesionales del centro; y por parte de la Dirección General de Salud Pública, Mar Sánchez Movellán, jefe de sección de los programas de salud de la mujer, y varios responsables del proyecto.
El Hospital de Laredo desarrolla el programa de contacto piel con piel del recién nacido por cesárea programada y/o no urgente desde enero de 2014 con el objetivo de mejorar la calidad asistencial del binomio madre-hijo. Esta buena práctica clínica se lleva a cabo desde el quirófano y en el área de reanimación con las madres que optan tanto por la lactancia materna como artificial.
Los expertos han señalado que esta nueva práctica favorece el inicio de la lactancia materna desde el mismo momento del nacimiento del bebé y su mantenimiento posterior. Además, han indicado que aporta al recién nacido múltiples beneficios entre los que han citado una mejor regulación metabólica y de la temperatura, menos llanto y una conducta afectiva satisfactoria. También se han referido a los beneficios para la madre, como la prevención de la atonía uterina.
En el caso de que el contacto piel con piel no se pueda practicar con la madre se lleva a cabo con el padre, ya que el recién nacido también se tranquiliza, deja de llorar, facilita el comportamiento prealimenticio del bebé y se refuerza el papel paterno.
De hecho, el Hospital de Laredo viene desarrollando el programa de contacto piel con piel con los padres desde el año 2008, realizándose en 84 cesáreas de las 137 que se practicaron ese año. Desde 2008 esta buena práctica se fue generalizando y se consolidó en el año 2013, aplicándose el programa de contacto piel con piel con el padre en un 90,74% de las cesáreas.