Falleció a los 69 años en la Unidad de Politrauma, "su casa", donde ejerció gran parte de su carrera y de la que "nunca rompió del todo el cordón umbilical". Histórica enfermera de Valdecilla, fue pieza clave en la coordinación de trasplantes.
NOTICIA PUBLICADA EN EL DIARIO MONTAÑÉS
Ha muerto 'Carmencita'. No hizo falta decir más para que la noticia se propagara entre los profesionales de Valdecilla, "la casa a la que entregó toda su vida" y que fue "su gran pasión". Eran poco después de las siete y media de la mañana del martes cuando se confirmó su fallecimiento, a los 69 años. Solo con el nombre de pila se supo enseguida que el hospital acababa de perder a "toda una institución", como coincidieron varios de los compañeros con los que convivió en su trayectoria profesional. "Trabajadora incansable" y "mujer irrepetible". Son los adjetivos que mejor definen a Carmen García López, la que fue supervisora de la Unidad de Politraumatizados de Cuidados Intensivos y, después, una de las primeras coordinadoras de enfermería de trasplantes de España, hasta su jubilación -"muy a su pesar"- hace cuatro años.
Antonio Quesada, jefe de servicio de Intensivos, recuerda que "fue la primera persona que conocí cuando empecé la residencia, en 1978, y tenía una garra que llamaba la atención. Ella era supervisora de Politrauma, siendo jefe de servicio Enrique Hormaechea. Si él era un entusiasta y derrochaba ilusión, ella más aún. Transmitía alegría, dedicación, esfuerzo y entrega". Siempre se sintió muy orgullosa de ser una 'grisuca', término cariñoso con el que se identificada a las primeras promociones de la pionera Escuela de Enfermería de Valdecilla, por el color de sus uniformes. Quesada destaca "su capacidad de liderazgo. Incluso a personas de perfil curricular superior, ella les hablaba de tú a tú. No se arrugaba por nada", apostilla. También el anestesiólogo José Manuel Rabanal incide en "su enorme capacidad de mando, no imponía, pero siempre conseguía que los demás hicieran su trabajo con una sonrisa. Era una persona inteligente y dotada de una extraordinaria capacidad de comunicación y empatía".
Mujer de "personalidad arrolladora", siempre fue "la primera en dar ejemplo, en estar al pie del cañón, con una capacidad de organización impresionante", añade Quesada, que no duda en calificar su figura como "leyenda" de Valdecilla. Era un "torbellino", a la que "no se la ponía nada por delante; y encima lo hacía bien".
Cuando Valdecilla inició la actividad trasplantadora, en los años 80, 'Carmencita' se convirtió en pieza clave en la organización de todo el engranaje, ya que trabajaba en el área que en aquella época acumulaba más donantes, la mayor parte procedentes de accidentes de tráfico. A medida que la actividad trasplantadora fue adquiriendo dimensiones importantes, se vio la necesidad de crear una unidad capaz de movilizar toda la logística a cualquier hora del día o de la noche. Así fue como nació el tándem de coordinación formado por 'Carmencita' y el nefrólogo Julio González Cotorruelo. "Si hoy el hospital es líder en ese ámbito asistencial, en gran medida se debe a su buen hacer como coordinadora de trasplantes", subraya Rabanal, quien lamenta "esta gran pérdida. Sin lugar a dudas, Valdecilla y el mundo de los trasplantes queda en deuda con ella", una profesional "comprometida con el hospital y su buen funcionamiento para el bien de los pacientes".
Una opinión que comparte Quesada: "Era un ciclón. Se ganó a pulso el reconocimiento profesional". Nadie niega que también "tenía carácter" -"Si había que dar cuatro gritos, los daba"-, aunque "era muy noble" y de esas personas que "no tienen recámara". El jefe de Intensivos hace hincapié en "las relaciones que conseguía, un intangible que tiene esta empresa. Logró para Valdecilla cosas que en una enfermera eran impensables".
Su contribución en la donación de órganos es "innegable". 'Carmencita' siempre defendía que "hay que tener mucho tacto con las personas que están a punto de perder a un ser querido. Se las debe mimar desde que llegan a Cuidados Intensivos". Eduardo Miñambres, actual coordinador de trasplantes, la describe "por encima de todo como una grandísima trabajadora, muy pasional", con "mucha fuerza y personalidad", cualidades que marcaron al equipo que se decidió a emprender la aventura del trasplante en Valdecilla y que logró situarlo a la altura de los grandes.
"El hospital ha sido la gran obra de su vida", señala Miñambres. Por eso, "la dolió" que le llegara la jubilación. "Fue el mayor disgusto de su vida", como admite María Laura Briones, 'Malala', enfermera de trasplantes. "Era explosiva, genio y figura. Todo el mundo la conocía. Se entregaba al hospital las 24 horas del día, le daba igual que fuera mañana, tarde o noche". En su despedida, la propia Carmen reconocía sus "ganas de seguir trabajando. He vivido experiencias inolvidables, momentos difíciles y también llenos de emoción y grandes alegrías".
Se cumplió su "último deseo"
Habían pasado cuatro años desde entonces, pero, "nunca se llegó a desvincular de Valdecilla". De hecho, fue una de las impulsoras de la asociación de antiguos trabajadores -era miembro de la ejecutiva-, que hoy seguirá adelante con la excursión a Santo Toribio que ella había organizado. "Allí la despediremos con una misa", dijo Elvira Torralbo, la presidenta del colectivo.
Otra de las facetas de esta enfermera histórica, en la que se volcó cuando le llegó la retirada, fue la solidaria. "Colaboraba con la Cocina Económica. Y de hecho, seguía moviéndose por el hospital y entrando en las consultas, como si siguiera mandando. Era explosiva", apunta 'Malala'. Tampoco "llegó a romper del todo el cordón umbilical con Politrauma", la unidad que "sentía como su casa" y donde ayer transcurrieron sus últimas horas de vida, "como era su deseo".
La noticia de su muerte -ingresó un par de días antes de forma repentina- cogió por sorpresa a los vecinos de La Hayuela (Udías), el pueblo que la vio nacer, del que es oriundo también el especialista en Anestesiología Carlos Díaz Terán, "amigo de la infancia", a quien el destino laboral volvió a unir en Valdecilla. "Carmen era la hija del médico del pueblo, una persona muy querida y apreciada por todos", recuerda él. "Solidaria, vitalista, alegre... Sin duda, se la va a echar en falta". Su funeral se celebrará esta tarde (18.00 horas) en la iglesia de Santa Eulalia de Terán de Cabuérniga, siendo a continuación la inhumación de sus cenizas en el cementerio parroquial.